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martes, 18 de diciembre de 2012

Cosmopolis (2012)

A decir verdad, no supe que pensar cuando observé por vez primera el cartel de Cosmopolis: el mediocre Robert Pattinson sentado en el interior de una opulenta y automatizada limosina, y debajo, a la altura de sus espinillas, el siempre atrayente nombre de David Cronenberg. ¿Qué se podía esperar de alguien con el talento de Cronenberg y, a su vez, de alguien tan mezquino como Pattinson? Un trabajo mediano y limitado, acaso con fugaces planos memorables, una cinta prescindible en la filmografía del autor.
Pero había menospreciado una cosa: el oficio y la experiencia de Cronenberg, por no hablar de su agudeza mental e inteligencia. El director de The Fly (1986), manufacturó un thriller totalmente cimentado en el aparato discursivo; hace del discurso, del diálogo, una poderosa arma cinematográfica.

Eric Packer, un joven multimillonario, decide, una mañana, cruzar Manhattan de punta a punta para hacerse un corte de pelo. Viaja en su lujosa, ultra-equipada y claustrofóbica limosina y a lo largo de su travesía neoyorquina deberá lidiar con las consecuencias y los efectos de una retahíla de decisiones tomadas a lo largo de su vida. Además de con el tráfico interminable y la serie de protestas y marchas que se realizan ese mismo día, causadas por la visita del presidente a la ciudad.

Somos observadores y oidores de las pétreas expresiones y de los densos diálogos que el joven Eric sostiene con algunos de sus trabajadores y allegados. Nos enteramos de los oscuros movimientos que surgen alrededor del capitalismo. Conocemos un poco más acerca de los próceres bursátiles.

Quizá resulte una película un tanto opresiva y poco dinámica, pero, para ser sincero, no  precisa del dinamismo, el diálogo carga con todo el peso de la trama y las limitaciones interpretativas de Pattinson son bien paliadas por el argumento y, claro, por la perspicacia de Cronenberg. No es ninguna hipérbole calificar de astuto el largometraje. 
El film es de una crudeza crítica impresionante, se nos presenta al capitalista como un ser vacuo, gris y transido. Estamos ante los hombres que controlan nuestras vidas.

Hay miedos, ansiedades, sexo, filosofía y harta burocracia, vertidas en esta sibilina obra. Una película que vale mucho la pena para avezados de David Cronenberg. 
Al final, el inaplazable corte de pelo es una mera provocación.



Nota: El argumento de la cinta está basado en la novela de Don DeLillo, Cosmopolis (2003).

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