
Pero había menospreciado una cosa: el
oficio y la experiencia de Cronenberg, por no hablar de su agudeza mental e
inteligencia. El director de The Fly (1986),
manufacturó un thriller totalmente
cimentado en el aparato discursivo; hace del discurso, del diálogo, una
poderosa arma cinematográfica.
Eric Packer, un joven multimillonario,
decide, una mañana, cruzar Manhattan de punta a punta para hacerse un corte de
pelo. Viaja en su lujosa, ultra-equipada y claustrofóbica limosina y a lo largo
de su travesía neoyorquina deberá lidiar con las consecuencias y los efectos de
una retahíla de decisiones tomadas a lo largo de su vida. Además de con el
tráfico interminable y la serie de protestas y marchas que se realizan ese
mismo día, causadas por la visita del presidente a la ciudad.
Somos observadores y oidores de las
pétreas expresiones y de los densos diálogos que el joven Eric sostiene con
algunos de sus trabajadores y allegados. Nos enteramos de los oscuros
movimientos que surgen alrededor del capitalismo. Conocemos un poco más acerca
de los próceres bursátiles.
Quizá resulte una película un tanto
opresiva y poco dinámica, pero, para ser sincero, no precisa del
dinamismo, el diálogo carga con todo el peso de la trama y las limitaciones
interpretativas de Pattinson son bien paliadas por el argumento y, claro, por
la perspicacia de Cronenberg. No es ninguna hipérbole calificar de astuto el
largometraje.
El film es de una crudeza crítica
impresionante, se nos presenta al capitalista como un ser vacuo, gris y transido.
Estamos ante los hombres que controlan nuestras vidas.
Hay miedos, ansiedades, sexo, filosofía
y harta burocracia, vertidas en esta sibilina obra. Una película que vale mucho
la pena para avezados de David Cronenberg.
Al final, el inaplazable corte de pelo
es una mera provocación.
Nota: El argumento de la cinta está
basado en la novela de Don DeLillo, Cosmopolis (2003).
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