You talkin' to me?

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Post Tenebras Lux (2012)

La rojiza y halógena silueta de Satanás 
cruza el comedor y entra al cuarto. 
Lleva consigo una caja de herramientas y está dispuesto a trabajar.

Parece que gran parte de los críticos de cine se han quedado enfrascados en la falaz y anacrónica idea de que todo film debe estar definido y, por lo tanto, poseer un significado concreto. ¿Acaso no aprendimos nada de Buñuel, de Cocteau o de Lynch? ¿Acaso no le toca nada al espectador?



Carlos Reygadas no sólo nos enseña a imaginar y a contemplar (la naturaleza, la luz, la oscuridad), nos enseña, de algún modo, a soñar. Y es que Post Tenebras Lux, su más reciente largometraje, posee ese dejo de sueño y azoro, que hace rato no se veía en el cine. 

Esta abrumadora cinta, que además le valió el reconocimiento a mejor director en último festival de Cannes, es, sin embargo, el honesto retrato de una sociedad, ya de por sí en decadencia, que aguarda ese tiro de gracia que ponga fin a una avasalladora existencia. 
Planos angustiosos, nula linealidad, porvenires ilusorios y sutiles y abrumadores elementos surrealistas, son el estilóbato en el que se sostienen las bizarras e informes columnatas de la historia. Las escenas, deliberadamente deshilvanadas, hacen de la historia un rompecabezas de tiempo y de sueño. ¿Qué es real y qué es onírico? Acaso la filosofía occidental del siglo XIX no hace distinción entre lo uno y lo otro. Reygadas lo sabe e improvisa, con esto, un asidero. Un asidero que se tambalea, claro, pero que, no obstante, brinda y sublima esta extrañeza que nos atrapa, este sentimiento de rareza que nos llevamos a casa.

[Una niña pequeña (de dos años, quizás) se encuentra caminando sobre un campo enlodado y surcado por charcos. Va tras unos perros que a su vez persiguen a varias vacas y caballos. El verdor del pasto contrasta espléndidamente con el azul del cielo. Súbitamente empieza a anochecer, el véspero se cierne. Sobreviene la temible oscuridad. La niña está sola en medio del íngrimo escampado, perdida en la densa y profunda oscuridad. El cielo relampaguea y los furiosos relámpagos nos dejan entrever la breve silueta de la pequeña niña absorbida por las sombras.]

Este es el incipit de la cinta, una angustiante y magistral escena, la calma trastocada por la tempestad y un inerme ser padeciendo el cambio.

Reygadas ha difuminado los bordes de las tomas para asemejarlas al sueño. El espectador está soñando la cinta y, como en los sueños, nada parece tener sentido: un baño de vapor europeo, un juego de rugby, una reunión familiar, una sesión de doble "A". No hay un hilo conductor que nos guíe. El espectador debe intentar, con riesgo a fracasar, unir las piezas.

Y la naturaleza, como otro personaje, ejerce maravillosamente su papel: la lluvia como fondo de la nocturna vida conyugal, la escabrosa noche como consecuencia de un diáfano día, el lúcido breñal tras el trueno en la tempestad. La sensibilidad del autor es evidenciada en cada toma, en cada plano, y la sinceridad de las escenas es simplemente memorable. Ser honesto en la globalizada industria del cine es arriesgado, pero a Reygadas le gustan los riesgos. 

Experimental, arriesgado y visceral son algunos epítetos que bien podrían definir el trabajo de Carlos Reygadas. Pero la verdad es que su trabajo no es encasillable. Es un género personal, un género que se busca adentro, en eso que muchas veces llamamos alma.  

Y al final, cuando la maldad y la culpa lo rebasan, El siete, con el negro bosque a sus espaldas, hace lo que muchos hemos ensayado pero no hemos logrado: se arranca la cabeza con las manos. La luz deviene en oscuridad y las vacas abrevan de la tierna hierba teñida de sangre. 





       

sábado, 17 de noviembre de 2012

La gran estupidez

Estupidez: f. Torpeza notable en comprender las cosas.
RAE

Hipótesis: La estupidez se elige; la negación es una de las formas de la estupidez. Al igual que el existencialista, estoy totalmente convencido de que todo hombre es responsable de su formación y sus elecciones. Todo momento es una disyuntiva. Se puede ser estúpido un día y dejar de serlo al siguiente. No se nace estúpido (el concepto que ahora desarrollo difiere de la oligofrenia). La problemática, el oprobio, es decidirse por la estupidez como la sucesión de los instantes y la prolongación de los días.

Tesis: Una de las formas mayormente propagadas de la estupidez es el gregarismo. La estupidez arrastra masas. ¿Por qué la gente estúpida suele ser famosa? Porque la sociedad está compuesta principalmente por estúpidos. La política es estúpida, la religión es estúpida, la vida es estúpida, la muerte es estúpida, las instituciones en general son estúpidas. Las trivialidades son estúpidas. ¿Acaso es necesario poner ejemplos?

Antítesis: No hay tal. La estupidez no tiene vindicación.

   

sábado, 10 de noviembre de 2012

Una muerte divina

chaque jour envie
d'être un jour en vie
non certes sans regret
un jour d'être né
BECKETT,  mirlitonnades, XII

Es fama que el suicida va al infierno. ¿Pero acaso no Jesús, el último de los hombres nobles, entregó su vida por su prole o la prole de su padre? La apologética no elucida dichas cuestiones; las elude. Imaginemos o, más bien, traslademos a Jesús a nuestra época (esto supone un esfuerzo de imaginación considerable); ignoremos su niñez y su juventud perdidas, viajemos al instante en que lo capturan (se entrega). Jesús, digamos, es líder de una pandilla socio-comunista (pacifista) de trece miembros. Judas, el más audaz de sus seguidores, delata su escondite en un arrabal en las afueras de una ciudad cual sea. Pagan a Judas unos cuantos miles de dólares y posteriormente se ahorca con un cable de luz. Esto último no tiene importancia porque si un traidor se ahorca pues... que más da. Lo relevante es lo que sigue. Jesús, aunque inocente e inofensivo, es capturado por los monstruos al servicio del capitalismo. Es una desventaja para ellos un hombre de estas proporciones (Jesús se ha vuelto algo popular entre la clase estudiantil), más vale paliar las desventajas. Someten a Jesús a un arduo interrogatorio y le torturan hasta la mutilación. No olvidemos que Jesús es hijo de Dios y que su ideal no es político sino divino. Jesús ruega por su muerte pero sus captores se obstinan en prolongar su sufrimiento. Uno de los captores propone una disyuntiva; coloca frente a él un revólver con una sola bala en el barrilete, o bien puede asesinar a uno de sus captores o bien puede suicidarse. Jesús, con la mano bañada en sangre, levanta el arma y dirige el cañón hacia su boca. Activa el percutor.     

viernes, 2 de noviembre de 2012

Hablar o no hablar

Son las 12:08 A.M., no tengo sueño y no sé de qué hablar... "No saber de qué hablar", creo que hablaré de eso. 
Usualmente a las personalidades herméticas -dicho sea de paso, la mía- se les suele tildar (faliblemente) de serias o cortantes, y en el peor y más común de los casos, de tímidas. Atribuyo dichas asociaciones a un convencionalismo harto propagado y falaz. El ser "callado" no es en todos los casos síntoma de nula autoconfianza o estupidez. Un inglés y un argentino dictan dos aforismos que ilustran el concepto (o el fárrago) que pienso esbozar:
"Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras"
 y
"No hables al menos que puedas mejorar el silencio"
 Escuchar y no diseminar palabras es, a veces, lo más sensato. Nietzsche arguye, en su Ocaso de los Ídolos, que el lenguaje es una de las formas de lo corriente y de lo abyecto, -el lenguaje (el habla) vulgariza- escribe. Pero no se trata de profesar una doctrina del silencio sino de emplear una filosofía de la dialéctica. Hablar es como aventarse de un risco, si te precipitas puedes chocar contra las rocas, pero si ponderas y estudias la caída, sumergirte en el mar. Yo no soy un gran orador, ni mucho menos (por eso escribo), y sin embargo, trato de urdir una coherencia del habla (atiborrada, claro, de vulgarismos y mexicanismos). ¿Se puede ser trivial y tener coherencia? Por supuesto, verbi gratia, Pulp Fiction de Tarantino.
Descreo un poco de las conversaciones inteligentes porque, a menudo, tienden al aburrimiento; creo que se puede hablar perfectamente de la historia de la filosofía sin incurrir en academismos o terminologías rebuscadas. Ahora noto que me he desviado de la idea principal. Vuelvo al cauce.
No es que la seriedad sea excluyente, es que los temas o quizá las afinidades no son las mismas. Y no pienso hacer una apología de la inteligencia o una diatriba de la ignorancia (aunque debería), sólo creo que los más no deberían esperar lo mismo de los menos; la moral y la educación están malversadas.
Pensar es, tal vez, lo más digno del ser humano. Las palabras son como filosas cuchillas, o bien acometes con ellas, o bien dejas que se herrumbren. Un consejo: evita los clichés lingüísticos. Un último aforismo: si bien pensar y hablar es como cantar, hablar sin pensar es como escupir.


Nota: Hay en está página dos términos que no están definidos o aceptados por la Real Academia: faliblemente y academismo, acaso no encontré, en mi pobre manejo del idioma, mejores y correctas palabras que las sustituyeran.