En alguna parte de un ensayo sobre Quevedo, Borges
declara que no hay artista de fama universal que no haya amonedado un símbolo.
Tenemos a Keats y el ruiseñor, a Blake y el tigre, a Melville y la ballena
blanca, al mismo Borges y el laberinto.
En
Tabu, el director portugués Miguel
Gomes quiere forjar su propio símbolo: el cocodrilo.*
El argumento del film no requiere mayor
dilucidación: En el crepúsculo de su vida, una senil anciana (Aurora) ruega a
su vecina (Pilar) que busque a un hombre que hasta entonces no figuraba en la
aparente cotidianidad de su vida: Gian Luca Ventura. Al morir Aurora, Gian Luca
Ventura relata a Pilar y a Santa (la criada de Aurora) la historia de amor infausto
que presidió su juventud. Nos enteramos de la pérfida relación que mantuvieron
Aurora y Ventura y del culpable de este amor furtivo: un pequeño cocodrilo
(mascota de Aurora) que gustaba de ir a merodear al patio de Gian Luca.
El film de Gomes es una extraordinaria evocación
del mejor cine en blanco y negro. Está estructurado en dos partes: Paraíso
perdido y Paraíso. La primera parte relata la senilidad de Aurora y su muerte.
La segunda, la gestación y el desarrollo de un amor prohibido en la región africana
del Monte Tabú, cuyos protagonistas son la joven Aurora y el italiano Ventura.
Hay un par de voces en off que narran la historia, y cada parte está filmada en
un formato distinto, 35 mm y súper 16. Asimismo, nos encontramos con una
propuesta vanguardista en la segunda sección de la película: se trata de una historia
muda referida por la voz omniscia de Ventura, en la que de manera acertada se
activan algunos sonidos del entorno: el encendido de un motor, la detonación de
un arma, etc.
El
fondo y la forma del film se conjugan de tal modo, que en cada secuencia uno
percibe esa inusual sensación que percibimos ante las obras maestras.
Plutarco entendía que el cocodrilo es el
símbolo de la divinidad. En algunas regiones de Egipto se le consideraba un
animal sagrado y se le tributaba. Miguel Gomes refiere una leyenda a manera de
prólogo en su película: un hombre, desdichado por la muerte de su amada, se
arroja a un pantano infestado de cocodrilos, convirtiéndose, de este modo, en
uno de ellos. Desde entonces se ve a una inaccesible y espectral mujer acompañada fielmente
por un abnegado cocodrilo.
Para Miguel Gomes, el cocodrilo es (creo) el símbolo del amor y la
desdicha.
El cine pocas veces da ejemplos tan acabados
de maestría. Tabu de Miguel Gomes es
sólo equiparable con Amour de Michael
Haneke o con Like someone in love de Abbas
Kiarostami. Es una de las joyas más brillantes de la cinematografía de los
últimos años.
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*Escribir “Tabu” sin acento no es una falta
de escrúpulos. Este es el título original del film.
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