You talkin' to me?

viernes, 2 de noviembre de 2012

Hablar o no hablar

Son las 12:08 A.M., no tengo sueño y no sé de qué hablar... "No saber de qué hablar", creo que hablaré de eso. 
Usualmente a las personalidades herméticas -dicho sea de paso, la mía- se les suele tildar (faliblemente) de serias o cortantes, y en el peor y más común de los casos, de tímidas. Atribuyo dichas asociaciones a un convencionalismo harto propagado y falaz. El ser "callado" no es en todos los casos síntoma de nula autoconfianza o estupidez. Un inglés y un argentino dictan dos aforismos que ilustran el concepto (o el fárrago) que pienso esbozar:
"Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras"
 y
"No hables al menos que puedas mejorar el silencio"
 Escuchar y no diseminar palabras es, a veces, lo más sensato. Nietzsche arguye, en su Ocaso de los Ídolos, que el lenguaje es una de las formas de lo corriente y de lo abyecto, -el lenguaje (el habla) vulgariza- escribe. Pero no se trata de profesar una doctrina del silencio sino de emplear una filosofía de la dialéctica. Hablar es como aventarse de un risco, si te precipitas puedes chocar contra las rocas, pero si ponderas y estudias la caída, sumergirte en el mar. Yo no soy un gran orador, ni mucho menos (por eso escribo), y sin embargo, trato de urdir una coherencia del habla (atiborrada, claro, de vulgarismos y mexicanismos). ¿Se puede ser trivial y tener coherencia? Por supuesto, verbi gratia, Pulp Fiction de Tarantino.
Descreo un poco de las conversaciones inteligentes porque, a menudo, tienden al aburrimiento; creo que se puede hablar perfectamente de la historia de la filosofía sin incurrir en academismos o terminologías rebuscadas. Ahora noto que me he desviado de la idea principal. Vuelvo al cauce.
No es que la seriedad sea excluyente, es que los temas o quizá las afinidades no son las mismas. Y no pienso hacer una apología de la inteligencia o una diatriba de la ignorancia (aunque debería), sólo creo que los más no deberían esperar lo mismo de los menos; la moral y la educación están malversadas.
Pensar es, tal vez, lo más digno del ser humano. Las palabras son como filosas cuchillas, o bien acometes con ellas, o bien dejas que se herrumbren. Un consejo: evita los clichés lingüísticos. Un último aforismo: si bien pensar y hablar es como cantar, hablar sin pensar es como escupir.


Nota: Hay en está página dos términos que no están definidos o aceptados por la Real Academia: faliblemente y academismo, acaso no encontré, en mi pobre manejo del idioma, mejores y correctas palabras que las sustituyeran.

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